Dos personas murieron, decenas de miles de personas se quedaron sin electricidad y cientos de viajes programados de trenes fueron cancelados después que la más reciente de una serie de tormentas invernales azotó Reino Unido e Irlanda con aguaceros y ráfagas de viento de hasta 160 kilómetros por hora. Los desplazamientos matutinos se vieron afectados tras la caída de árboles sobre carreteras y vías férreas a causa de la tormenta.