Las autoridades desplegaron helicópteros y reforzaron la seguridad en Río de Janeiro luego de que miembros de un grupo criminal incendiaron por lo menos 35 autobuses en aparente represalia por la muerte de uno de sus líderes a manos de la policía. El ataque contra el transporte público ocurrió en una sección occidental de Río de Janeiro, lejos de sus distritos turísticos y no hubo heridos, pero representó un fuerte desafío al gobierno.