El fuerte viento y las lluvias torrenciales que cayeron en Gaza agravaron aún más la situación de las familias desplazadas, desgarrando e inundando las endebles tiendas de campaña, empapando la ropa y las mantas. En un campamento de tiendas de Rafah, en un terreno arenoso lleno de basura, la gente intentaba recuperarse de una noche horrible, cargando cubos de arena para cubrir los charcos dentro o fuera de sus tiendas, y colgando ropa empapada.